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15 febrero 2025
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Reflexiones en campana: !Las dos verdaderas razones de Balaguer! ¿Por qué le impidió la llegada a la presidencia a Peña Gómez?

José Francisco Peña Guaba

Quienes conocimos la forma de actuar de Joaquín Balaguer sabíamos que era un fino caballero en la paz, pero que era un cruento mariscal en la guerra. Durante sus 22 años en el ejercicio del poder lo demostró. Aunque Balaguer fue Presidente en plena “Era de Trujillo”, sus acciones cuentan sólo en función de sus ejecutorias después de la salida del país de Ramfis, hijo del ajusticiado “perínclito varón de San Cristóbal.”

El doctor Balaguer conocía como nadie a los dominicanos, hacía suya la máxima trujillista de que nuestros ciudadanos estaban siempre “o detrás de un cheque o delante de un chucho”. De esa forma gobernó, dando participación junto a él a todos cuanto así lo entendieron, llegando a comprar sus voluntades cuando hizo falta o utilizando métodos represivos para acallar a quienes se le opusieron.

Cuando volvió a la silla de alfileres en 1986, el hijo más reconocido de Navarrete ya sabía que no podía usar los mismos métodos para conducir el Estado, como lo hizo en sus nefastos doce años, donde las huestes de incontrolables llenaron de luto a miles de hogares en toda la República.

En esta ocasión, en su segunda etapa, Balaguer se mostró dispuesto a participar con las nuevas reglas del juego democrático. A causa del cambio en los tiempos se vio forzado a ser más tolerante, sabedor de que el pueblo no soportaría más otra dictadura. Este cortesano de la era del Jefe, como el mismo se auto- denominó, antes de las elecciones se caracterizaba por un proceder manso y hasta agradable con sus opositores pero, llegada la campaña para mantenerse en el poder, hacia cuanto hubiese que hacer para lograrlo. Le hizo fraude en el 90 a Bosch y en el 94 uno muchísimo mayor a mi padre, fraude éste que no terminó en un baño de sangre por la capacidad de sacrificio y bondad de mi progenitor cuando llamó a orar a las iglesias y nos dijo que “él había llamado a una revolución, pero no podía llamar a dos”. Con ese sentido de la historia el líder prefirió no ser Presidente a llenar nuestras calles de sangre en la guerra civil que nos esperaría.

La mayoría de los dominicanos piensa que el líder negro de alma blanca no llegó al poder por su color. Sin embargo, creo que fue más por sus ideas: si él le hubiese servido a los intereses de los poderosos y oligarcas y no al pueblo, lo hubieran llevado de brazos al Palacio, pero ellos sabían que el Dantón de Mao nunca traicionaría ni sus principios ni a los humildes que lo llevaron al pináculo del liderazgo.

Balaguer conocía muy bien a Peña Gómez y sabía que en un gobierno suyo no le tocarían ni con el pétalo de una rosa, porque papá, como político tenía más condiciones humanas que un cura en su oficio. En una de las conversaciones que sostuve con Balaguer después de la muerte de mi padre me expresó que, la propuesta del dos y dos fue sincera, que él la quería, pero que fue mi padre quien la desechó. Esa decisión creó en Balaguer profundo desconcierto, pues este hombre, al rechazar un acuerdo de este tipo para llegar al poder, impedía la exculpación histórica que buscaba el viejo zorro, quien veía con agrado esa forma de terminar su vida y carrera, con un acuerdo con Peña Gómez. Pero papá pensaba lo contrario, que no podía terminar la de él por una ambición de poder ni llegar al Palacio de la mano de Balaguer. Aunque José Francisco Peña Gómez era de los seres humanos que perdonan y olvidan, ¡sabía que los pueblos y la historia no! Balaguer no perdonó ese desaire que Peña Gómez le hizo, porque él sabía que eso le exculparía su pesada carga histórica.

La segunda razón fundamental es que Balaguer recelaba de que el líder del PRD llevara como compañero de fórmula a Fernando Álvarez Bogaert, “Fernandito”, quien durante años fue el segundo a bordo del PRSC. Este se había convertido en una piedra en el zapato del líder de los coloraos, en un momento en que Balaguer conocía muy bien, por el control absoluto de los resortes del Poder, la delicada situación de salud de Peña Gómez: si llegaba a Presidente el cáncer no le permitiría terminar su mandato, cayéndole el poder en las manos a Fernando Álvarez, en su calidad de Vicepresidente. De instalarse en la Presidencia, él le llevaría todo el reformismo, hasta la franquicia misma.

Por si fuera poco, algunos miembros del anillo palaciego de Balaguer pensaban que estaban en deuda por el trato inmerecido que dieron a Fernando, al que en una ocasión habían obligado a la fuerza a renunciar a ser compañero de fórmula de Balaguer. Eran tales las diferencias con él, que Balaguer, ante declaraciones inesperadas, en un momento le hizo a Fernandito una amenaza velada: “Si toca esa tecla, se hunde.”

El frente patriótico se creó a efectos de esa circunstancia. No era Leonel su preferido en ese momento. Lo admitió porque había ganado arrolladoramente la candidatura presidencial del PLD, pero favorecía claramente a sus aliados en el partido morado, grupo que encabezaba en ese entonces el excomandante de abril, Norge Botello, a quien con sus votos en el Congreso el reformismo había hecho Presidente de la Cámara de Diputados.

Balaguer llegó a enviarle emisarios de su mayor cercanía a Peña Gómez, para que, de su parte, le pidieran quitar a Álvarez Bogaert de la candidatura Vicepresidencial como forma de dejarlo pasar a ser Presidente. Desconocían esos mensajeros la reciedumbre de mi padre, quien al efecto, en una de sus alocuciones, afirmó que prefería ser mil veces traicionado, pero que nunca sería traidor.

Peña Gómez y Fernandito fueron amigos desde niños, ambos eran originarios de Mao, la familia de Álvarez Bogaert lo apoyo, lo protegió y le dispensó siempre profundo afecto. El agradecimiento de mi padre, que algunos pragmáticos de hoy pueden considerar anti-político, signó su destino poniéndole un muro insalvable en su camino a la Presidencia.

En estos días en que es tan escasa la virtud de ser agradecido y devolver favores realizados, sobre todo en ocasión del mensaje que con su actitud contraria se le envía desde el Palacio a todo un pueblo, hoy más que nunca debe actuarse en dirección diferente a la señalada por ellos. El pueblo debe hacer honor a las palabras de Marco Tulio Cicerón, el más grande retórico romano, quien expresó: “Tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero si es la madre de todas las demás.”

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