75.02 F
Santa Cruz de Barahona
30 septiembre 2023
ElBoletinRD
Opiniones Portada

NEIBA: Ángel Hernández Acosta

Nació el 2 de febrero de 1922 en la ciudad de Duvergé, o sea que ayer se conmemoraron 101 años de su natalicio. Siendo adolescente partió hacia la ciudad de Neyba, donde radicó hasta el día de su muerte, el 24 de noviembre de 1995. Su nombre completo es Ángel Atila Hernández Acosta, pero sus amigos le apodaban Quinito.

Narrador, poeta, dramaturgo, músico, abogado y político. Estudio derecho en la Universidad de Santo Domingo, graduándose en 1954. Fue maestro de escuela rurales y ejerció la profesión de abogado en los tribunales de la república, juez de paz, fiscalizador, síndico municipal, procurador fiscal, juez de Primera Instancia, diputado, gobernador de Pedernales, embajador adscrito a la Secretaría de Relaciones Exteriores y encargado del departamento Jurídico de la misma cartera, subsecretario de estado de Interior y Policía y Ayudante Civil del presidente de la República Joaquín Balaguer. De joven tocaba guitarra y en la banda de música de Neyba tocaba el saxofón. Fue formó el Partido Movimiento Independiente La Paloma. Fue miembro del Ateneo Dominicano, de la Sociedad Cultural Luz, del casino Unión Neybera, Inc. y de la denominada Generación del 48.

En el haber bibliográfico de Ángel Hernández Acosta se encuentra la novela Carnavá (que relata la historia verídica del general cimarrón Lucas Evangelista de Sena, alias Lucas Merongo, o Lucas Cajnavá, un valiente hombre de los predios del Sur que se convirtió en leyenda), Canto a Neyba, Las Hojas Caídas, Las Voces De Mañana, Trapiche, Otra vez la noche, Coctel de escenas, Tierra blanca, Grito en la Ribera de una Sombra (publicada en la revista “Perfil Poético”, que se edita en La Habana, Cuba), Cañamaca, Nube Negra, Rosenda, La Sonrisa, ¡Dígame usted!, Sentencia de medianoche,  y Los Campesinos Vienen Cantando, entre novelas, cuentos y dramas; además compiló y prologó la antología Antorcha de lealdad trujillista.

Ángel Hernández Acosta fue objeto de importantes premios y reconocimientos, entre los que podemos mencionar haber sido homenajeado en reiteradas ocasiones por poetas y escritores de otras regiones, así como también por el departamento Cultural de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y el Instituto para el Desarrollo del Suroeste (INDESUR); en 1952 conquistó el tercer lugar en el concurso que para la época auspiciaba la Secretaría de Estado de Educación por su cuento “El gallo”; en 1955 ganó el primer lugar en el certamen literario de la revista Época (posteriormente Revista ¡Ahora!) por su cuento “Cañamaca”; también mereció el premio de la Gran Iguana de Oro de Barahona; recibió mención de honor en el concurso de cuentos de Casa de Teatro, por  “Loriana”, y finalmente en 1988 recibió el Premio Anual de Novela por su obra Carnavá.

El poeta Luesmil Castor considera que la literatura de Ángel Hernández Acosta tiene una fuerte presencia de poesía. En sus cuentos la poesía es un componente fundante y que hace diferente su narrativa, ya que él es un poeta natural pese a que no dejo libros de poemas publicados, pues están dispersos en páginas literarias de periódicos y revistas nacionales e internacionales. Su buena literatura la hizo desde Neyba, ciudad donde vivió hasta el día de su muerte y desde ese espacio geográfico construyo su quehacer literario, siendo sus personajes la gente común de su pueblo, las localizaciones del accionar de esto es la provincia y sus entornos surestanos, lo que lo iguala a escritores como Gabriel García Márquez y su Macondo, a Onetti y su Santa María, como también a Rulfo y su Comala; con la certeza de que sólo la de Márquez y Hernández Acosta son reales y existen como tal, en tanto que Comala y Santa María son el fruto del ingenio inventor de sus autores.

El escritor Julio Cuevas estima que Ángel Hernández Acosta (“Poeta de la sureñidad” como lo identifica) fue uno de esos escritores que, para la estructuración de su obra literaria, eligió la soledad como marco de referencia poética y a través de su narrativa se advierte la potencialidad de su canto en el que se registra la linealidad del verso Como miembro de la Generación de escritores del 48, recogió en su obra la expresión patética del hombre de su tiempo. Sus rejuegos metafóricos demarcan la poesía de su prosa, por lo que, desde el cuento, la novela y el teatro, nos permite descodificar su cosmovisión, asumiendo el dominio de una cadencia expresiva en el uso de la lengua. Él es (por sí solo), un personaje que corre y/o discurre, poblado de silencio y abnegación, llenando de universalidad, los marcos de una literatura que surge de la colectividad pueblerina, la cual es ya una inagotable fuente temática, que traspasa la mirada antropológica del imaginario de nuestra gente. La publicidad mercadológica del mundo literario de nuestro país, casi lo ignora, sin embargo, muchas son las voces calificadas y cualificadas que defienden el interminable eco del valor estético y plurisemántico de su producción literaria.

Finalmente, el escritor Alex Ferreras asegura que con Ángel Hernández Acosta emerge una nueva voz en la variante regional de la literatura dominicana. Un sentimiento trágico y de autoexilio atraviesa el grueso de su narrativa corta, incluyendo a Carnavá. Intentó crear un nuevo patrón literario en su comarca sin que se sienta la dificultad en trillar caminos nuevos. En lo que respecta a su postura frente a la dictadura de Trujillo, el escritor neibero entendió a tiempo sus límites al escribir bajo un régimen totalitario que cercenó la libertad a su país. Exploró en sus textos narrativos el alcance y el concepto de esa libertad, pero prefirió guardar silencio, al igual que lo hizo el grosor de los intelectuales de ese entonces; sin embargo, en él devino culpa. Optó mejor por consumirse, también, en la soledad y el dolor. Tradujo su crisis existencial en versos de depurada belleza y gran sensibilidad.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS DOMINICANAS con un fragmento de la novela Carnavá de Ángel Hernández Acosta:

El general enfureció, le dio una galleta a Yistín, diciéndole: “Tú no sirves ni para dar aviso”, y a nosotros: “Carajo!, cuidado quien se mueve, voy solo porque tengo que acomodar a Viejo, el mocho, para pagarle la malacostada de su hijo. Si me siguen, me devuelvo, y ninguno de ustedes es Viejo, el mocho”, y cuando iba a  salir el cura se le  interpuso, recordándole que la Biblia dice: “No matarás”; y el general: “¿Y los que en la comandancia matan hombres amarrados?” y el cura: “por eso los ha derrotado el pueblo  con La Divina gracia de Dios”; y el general: “¿Y los que mataron a Jesucristo?”, y el cura: “Ya usted sabe  quiénes son y cómo andan”; y  el general: “Quiere decir que si mato a  Viejo, el mocho, porque mató a Che Blanco …” , y el cura: “¿pero es que usted no se ha dado cuenta de que el pueblo lo proclamó hoy en las calles comandante de armas, y  que me encargó juramentarlo, y que ahora mismo lo estoy juramentando, y que como comandante de armas usted no puede enfurecerse porque así se entristece el pueblo…

Por Ramón Saba

 

 

Que te parece este articulo?
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Artículos Relacionados

Ha caído Angel Luis Patnella,un verdadero comandante

Omar Medina

Abogado afirma “La policía no está para decirle a sus agentes cuáles son sus amigos”

Omar Medina

BARAHONA: Asesor de Obras Públicas juramenta a Elson Peña como director regional

Omar Medina

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer mas..