Este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha inspirada en el brutal asesinato de las hermanas Mirabal, tiene una connotación particular, histórica, por una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la que invita a todos los estados miembros, al sistema de las Naciones Unidas, y a otras organizaciones mundiales, regionales y subregionales a hacer actividades conmemorativas.
Mayor relevancia a la efeméride le otorga a esa resolución, la número 78/288, que se emitió a solicitud de la Misión Permanente de República Dominicana ante la ONU, por lo que hoy habrá una Sesión Plenaria para declaraciones de los estados miembros y observadores, en la que una delegación del país se dará cita, liderada por Mayra Jiménez, ministra de la Mujer.
El 25 de noviembre se estableció, hace precisamente 25 años, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a fin de concienciar sobre la prevención de todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas, lograr la igualdad entre los géneros, establecer una cultura de paz y relaciones respetuosas.
La fecha fue elegida en memoria del asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, un crimen atroz ejecutado por órdenes del tirano Trujillo y cuyos responsables directos y sus cómplices jamás cumplieron su condena y casi todos salieron del país.
La violencia contra la mujer, lejos de erradicarse, persiste en todas las sociedades y que en algunas presenta estadísticas alarmantes que se expresan en los feminicidios como máxima expresión, pero que son el resultado de años de maltrato, vejaciones y sumisión.
Se ejerce de muchísimas formas y las estadísticas de la ONU son clarísimas: cada diez minutos una mujer es asesinada en algún lugar del mundo.
La explotación sexual mediante la trata, la reducción a servidumbre, el hecho de que, aunque tengan título universitario, ganen menos que los hombres por igual tarea, y otras formas mucho más terribles como la mutilación genital en algunos países árabes y en África, son solo algunas formas de esa violencia.
Mientras no cambien ciertos parámetros culturales, mientras la belleza femenina se exhiba en contextos de sexualización y no se promueva la convivencia igualitaria entre los géneros, que debe empezar desde la escuela, eliminar la violencia contra las mujeres será una tarea muy difícil, por no decir imposible.
