Por Dionicio Hernández Leonardo
La noche del miércoles 10 de agosto recibí de manos del doctor Josué Leger Peña, autor del poemario “Hébël”; título que, de inmediato, me trajo a la mente la primera pregunta ¿Qué significa esta palabra? ¿Qué hay adentro de este hoyo negro que se muestra en la portada? y, desde que me despedí del autor, abrí el libro en una página cualquiera, y me salió la 59, donde está el poema 36 que, como si se tratase de una respuesta sin respuesta a mi ignorancia sobre el significado del título, el autor, con unos versos oscuros, me respondió de la siguiente manera: “Perturba no saber ¿Por qué en medio de sueños arrogantes se guardan soledades sin respuestas? ¿Acaso la razón oculta algún peligro cuando se deja divagar entre la libertad del saber y la esclavitud de la ignorancia?”. Eso fue todo por esa noche.
Días después, cuando me dispuse a leer el libro, analizando cada poema, tratando de encontrar al autor en cada verso o al menos descubrir su existencia actual o su pasado o tal vez la fuente inmaterial que su imaginario poético creó para darle forma a esta obra, Hébël, en el poema 1, descubrí que el autor abre una ventana de su interior para que el lector penetre por ella y trate de encontrarle, pero le advierte: “Hay conocimientos que habitan en espacios ignotos rodeados de silencio”.
El autor, escondido tras el humo de la duda, juega un poco con la mente del lector y lo pone a bailar al ritmo de las curiosidades que despiertan cada verso, y no vacila en reconocer que: “La curiosidad aburre”.
Estamos ante una obra que rompe los paradigmas de la lírica tradicional y nos pone de cabeza sobre unos versos libres construidos con palabras movedizas, que asustan por su cercanía con el abismo de las no respuestas a sus preguntas. En este sentido, en mi sedienta búsqueda del autor en los versos de cada poema, aprovechando la ventana que nos abre en los poemas del primer capítulo, titulado “Perturba no saber”, subtitulado “De la nada a todo”, llegué a la conclusión de que necesariamente hay que ir más allá de la especulación, que como sentencia el propio poeta Leger, eso “aburre”.
En este contexto, es oportuno señalar que Sigmund Freud, conocido como el padre del psicoanálisis, nos legó un manantial de conocimientos que hoy día son aplicables a diversos campos de las ciencias, las artes y hasta la literatura.
Unos de los aportes de Freud en el campo de la literatura es su análisis del cuento “El hombre de arena” (1817) de la autoría del erudito prusiano Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, donde llegó a la conclusión de que el ser humano, en su proceso de cambio, tuvo que abandonar el principio del placer por el principio de la realidad; la fantasía por el trabajo; y el sueño por el pensamiento. El poeta que existió en la figura de Freud nos reveló que el romanticismo recurre a la poesía para construir la noción psicoanalítica del inconsciente, y presenta el lirismo existencial como un misterio místico-creativo.
El título “Hébël”, con el que el poeta Leger presenta este interesante poemario, es un término del hebreo antiguo, que se puede traducir como oscuridad, vacío o abismo. Parecería que lo escribió inspirado en el principio de la creación del mundo que narra el autor del primer libro de la Biblia, el Génesis. En este contexto, el Génesis, en el verso 2 del capítulo 1 establece lo siguiente: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”.
Sin pretender poner al autor en un paralelismo bíblico, el título de la obra y el contenido de sus versos revelan a un hombre cuestionando todo lo oculto, la existencia, la razón del ser, el orden y el origen de todo. El poeta, sabiamente, para aumentar las curiosidades, deja enganchados a los lectores en ese segundo verso del capítulo 1 del Génesis y, en lo que se podría calificar de intriga planificada, parecería ocultar el verso 3 de dicho capítulo, lo que el propio poeta llama: “perturba no saber”. Pero, en algún momento descorre el velo del secreto, y habrá luz.
En la búsqueda de explicaciones y respuestas más allá de las palabras que integran cada verso del poemario “Hébël”, llegué hasta Martin Heidegger, considerado el pensador alemán más importante del siglo XX y uno de los creadores del existencialismo, quien abrazó el gran proyecto filosófico de la búsqueda del sentido temporal del ser. En su obra: “Ser y tiempo” (1927), Heidegger pregunta sobre todo aquello que determina a los seres como seres, y que hace posible que sean entendidos, así como el interés por encontrarle sentido a todo lo existente. En este contexto, el poeta Leger parecería que tuvo un diálogo intemporal con Martin Heidegger; me lo imagino a ambos tratando de aclarar los primeros versos del génesis, tal vez viendo a Dios apartando la luz de la oscuridad, como nos revela la Biblia en el verso 4 del capítulo 1 del libro del Génesis. «Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad«.
También me imagino al poeta Leger, leyéndole a Heidegger los poemas del capítulo 2 de su poemario, titulado: “Vacuidad”, con el subtítulo: “Lo absurdo de ser para no ser”, el cual inicia con un epígrafe tomado del libro Eclesiastés de la Biblia, verso 15 del capítulo 3, que le da más cuerda al reloj de la curiosidad que refiere el poeta: “Lo que ahora existe, ya existía; y lo que ha de existir, existe ya…”.
En el poema 14, el poeta Leger, abre otra ventana para que lo encontremos transfigurado en humo, hablando solo, o tal vez amplificando el eco del oráculo que lleva su nombre que, al aproximarnos a su realidad existencial, nos dice: “La existencia se infiltra entre relojes sin tiempo” “Hay cosas que fluyen sin llenar las dudas, por eso revolotea la palabra insatisfecha” “El amor o el desamor, la alegría o la tristeza, el valor y el miedo” y con pesimismo concluye: “Lamento no saber”.
Alguien pudiera decir –eso es un absurdo del poeta– pero el propio poeta responde en el poema 15: “Lo absurdo no tiene edad ni memoria”, y yo agrego, entonces hay que dudar de su existencia más allá del presente.
La poética de Leger, plasmada en la presente obra, conecta, en gran medida, con los grandes poetas existencialistas de la historia de la literatura. Sus versos me traen a la memoria a escritores de grandes dimensiones, como es el caso de Friedrich Nietzsche que, si bien es cierto está entre los filósofos más importantes de la filosofía occidental, no menos cierto es que también está entre los poetas más influyentes de la Europa del siglo 19.
Nietzsche, en su poema: “Hombre! ¡Presta atención!”, centra su análisis en la condición humana, en la responsabilidad individual y en el propio significado de la vida que, justamente son las características de la poesía existencialista de Leger. Cito a Nietzsche: “¿Qué dice la profunda medianoche? Yo dormía, dormía — De un profundo sueño desperté — El mundo es profundo, y pensado aún más profundo que el día. Profundo es su dolor, el gozo, más profundo aún que el sufrimiento. El dolor pasa, mas todo gozo quiere eternidad”.
Sobre el pedido de atención de Nietzsche al hombre, el poeta Leger, en el poema 23, como si se tratara de una reflexión interior o algo así como hablando solo frente a un espejo con unos versos pausados, plantea: “El hombre no entiende la obediencia. No admite que se quede sin palabras. Solo con su voz oscurece la esperanza, y a escondida sale a buscar lo que ya tiene”. Esta reflexión del poeta Leger no se queda ahí, más adelante, en el poema 25, escrito a modo de oráculo de su yo interior, parado frente al espejo donde habita el tiempo de su tiempo, pregunta: ¿De dónde surgió la palabra que ordena? ¿Acaso la vida es eterna?
Sobre el alcance de la poesía existencial y su distribución mundial, en República Dominicana, uno de los grandes poetas nacionales del siglo XX, probablemente el poeta con el lirismo más depurado de todos los tiempos, fue el inmortal Franklin Mieses Burgos quien, en varios de su poemas, deja plasmada la poesía existencial, como es el caso del poema “Desvelado Caín”. Cito un fragmento de dicho poema: “¡Oh Padre imaginado tras el terrible cielo por donde pasa el viento del misterio, soplando la voz de sus campanas! ¿Qué cosa es que supongo hallar tras de tu niebla? ¿Cuál enigma vislumbro oculto tras la negra semilla de tu árbol?”
Sin duda, no hace falta concluir que, con este poemario, estamos siendo testigos del nacimiento del nuevo poeta existencialista de República Dominicana, y del mundo, el doctor Josué Leger Peña.
No quiero terminar esta reflexión y quedarme en el verso 4 del Génesis, porque estaría inconclusa, y me quedaría con la deuda de develar las interioridades del autor que salí a buscar en los versos de este poemario y expresar mi conclusión sobre su poética.
Lo primero es que, al terminar de leer la obra, descubrí que el poeta Leger fue más allá de lo imaginado, diría que llegó hasta los versos 21, 22 y 23 del libro del Génesis, vale decir llegó hasta el 5to día de la creación del mundo, donde el pesimismo quedó atrás, veamos qué nos dice el poeta en el poema 30: “La palabra alcanzó la razón del quinto día / Se volvió posible lo imposible / Las aguas llenaron de existencias nadadoras / Y el espacio de trinos, con alas sonoras y multicolores / Trotes, saltos llenos de alegría / Así de simple parece”. Y yo recalco: Así de simple
Lo segundo es que, después de leer 50 poemas, verso a verso, como diría Antonio Machado en su poema Cantares, que el inmenso de Joan Manuel Serrat, con su voz de futuro, nos lo dejó para siempre en la mente, volví al inicio de la historia, a releer el génesis del poemario, y encontré al poeta meciéndose en el verso 11 del poema No.1: “La existencia está aquí”. Hasta me reí releer el verso 10, donde el poeta Leger advierte: “La especulación aburre”.
Definitivamente, el poeta Leger en este maravilloso poemario que invito a leer, nos hace caminar el Génesis de la historia, las fábulas, las mentiras de todo y de todos, los dolores, los sufrimientos, los engaños y hasta las preguntas sin respuestas. Nos pasea por la filosofía y todos los pasillos de la literatura existencialista, para luego remacharnos un verso, que es como un letrero colgado en cada entrada de los caminos desconocidos de la vida: “Perturba no saber”.
Sobre el poemario, creo que la mejor valoración que puedo dar es no decir nada y volver a leerlo; lo haré por tercera vez y compraré algunos ejemplares para regalarlos a los amantes de la buena literatura.
¡Felicidades poeta Leger!
Nota biográfica: El Dr. Josué Leger Peña. Nace en Barahona, Rep. Dominicana, es Odontólogo de profesión y profesor de la UASD. Escritor y gestor cultural. Tiene publicado el poemario Insomnio (poesías) y Acorralados (cuentos). Además está incluido en la antología de cuentos y poesías del Sur al sur. En la actualidad es miembro del Grupo Sur Santo Domingo y del Colectivo de Escritores Tiempo de Nosotros.